La pandemia del siglo XXI.
No hubiéramos podido ni imaginar que pudiera suceder algo así. Y aquí está.
Estamos siendo testigos de un verdadero cambio de paradigmas. Se habla de una nueva normalidad. Nos informan con noticias espantosas y lo peor de todo es que esas “noticias” están muy lejos de transmitir la realidad.
La Realidad, vamos a ponerla en mayúscula, es otra cosa. En el mundo no solo acontece lo que los medios de información dicen. Hay 7000 millones de personas en el planeta. Imagina cuántas historias están sucediendo en este preciso instante. Ellos solo ponen las noticias que venden. También es real que lo que emiten tiene un color, una ideología que subyace, no nos engañemos. Y además están los intereses creados que se benefician de la información tergiversada. En verdad deberían llamarse “medios de desinformación”
Todo el mundo habla como si supiera. Todos opinan, pero no todas las opiniones salen en los medios. Hay censura, control y confusión. Solo predominan aquellas que son generadoras de miedo, angustia y desconcierto. Esto solo crea una gran incertidumbre. Y me pregunto: ¿Para qué? ¿Quiénes se benefician de todo este caos?
Todo se desmorona ante nuestros ojos y parece que no podemos hacer nada. ¿Verdad? Muchas personas están viviendo una situación de mucho miedo, dolor y angustia. Y este es el primer objetivo que han logrado. Hacernos creer que no podemos hacer nada, solo obedecer y callar.
Por suerte también hay personas que nos estamos haciendo muchas preguntas.
No tenemos respuestas. Solo opiniones que surgen de nuestro sentido común, algo de conocimiento y coherencia. Tres elementos que no suelen ser abundantes en los medios de comunicación o en los protocolos de acción frente a esta realidad. Tampoco sabremos cuándo saldrá a la luz cuál es el objetivo real de la creación de todo este desorden.
Pensemos… ¿qué sería de la humanidad sin cuestionamientos, sin dudas, sin pensamiento crítico, sin una visión alternativa?
Sería un conjunto de personas “ganado”, una masa dócil llevada a “pastorear” a los campos de la sumisión. Y conducida hacia el único destino posible que algunos privilegiados creen tener el derecho de conocer. En palabras más sencillas: fácil de manipular.
Y el miedo puede ser una herramienta de manipulación súper poderosa.
El miedo es una emoción básica. Forma parte de nuestro equipamiento de fábrica. Está para alertarnos de los posibles peligros. Nos advierte: cuidado, algo te está amenazando, ¿tienes los recursos necesarios para afrontarlo? Es primordial para la supervivencia. Esa es su función.
También nos han enseñado que el miedo es una emoción negativa. Que tenemos que controlarla, vencerla, superarla. Y en realidad es una señal, como cualquier otra. Tenemos que prestarle atención y descubrir cuál es el verdadero mensaje que esta emoción nos muestra. El cuerpo es sabio, actúa de acuerdo a la naturaleza. Y en la naturaleza nada está porque sí. Tiene una razón de ser. El objetivo es desvelar para qué aparece, qué nos está indicando esta emoción.
Si no le prestamos la debida atención entonces el miedo nos genera ansiedad, perturbación, nos bloquea, nos paraliza. Generalmente nunca aparece solo, puede esconder otras emociones que surgen de nuestra respuesta interior de sentir miedo. Como rabia, indignación, vergüenza, baja autoestima, negación, confusión… etc. De esta manera generamos un mecanismo que se perpetúa en el tiempo y se vuelve crónico. No salimos de esta forma de funcionar y seguimos alimentando la creencia de que somos así. Entonces no contamos con la fuerza suficiente para afrontarlo. El temor nos domina. Nos limita. Y seguimos sintiendo cada vez más miedo. Se vuelve más grande. Crece tanto que puede convertirse en fobia, terror, pánico, desasosiego. Y paralizarnos.
Esta es la reacción que estoy observando en la actualidad con el famoso Covid 19. La humanidad entera está paralizada. No sabemos cuál es la verdadera amenaza. Y por lo tanto no podemos sopesar si tenemos los recursos necesarios para afrontarla. Esto está siendo generado por toda la información incoherente, controvertida, antagonista y confusa que estamos recibiendo. No sabemos a qué atenernos. No podemos distinguir lo que es fantasía y lo que es real. Algunas personas están esperando desesperadamente una respuesta científica como la vacuna. Pero también hay disparidad de opiniones sobre esta vacuna en especial. ¿Será la solución o es otra estrategia de manipulación? ¿Quiénes están haciéndonos saltar nuestro aspecto más temeroso? ¿Para qué?
Como dije anteriormente el miedo puede usarse como herramienta de manipulación masiva. Tal vez la más económica y eficaz que existe, dado que todas las personas sentimos miedo.
Solo se necesita una acción que desencadene este mecanismo y ya está. Así de sencillo. Con miedo seremos vulnerables, fáciles de controlar y además pediremos por favor que nos salven. Y “los salvadores” vendrán con toda la artillería pesada, sin ningún obstáculo que les impida actuar a sus anchas y con nuestro permiso concedido desde el miedo. ¿Te suena el lobo cuidando a las ovejas?
Sé que parece catastrófico, pero a mí me provoca una necesidad mayor de cuestionarme todo y esto me hace sentir un poco más libre. ¿Entonces qué hacer?
En otra ocasión escribí un artículo que denominé “Crisis vs Oportunidad”
https://www.saludterapia.com/articulos/a/2939-crisis-vs-oportunidad.html
Hoy siento que esta crisis planetaria también es una oportunidad. Oportunidad de despertar mi consciencia. No sé cuales son los planes oscuros que están detrás de toda esta pandemia. No es como cualquier otra que hayamos tenido. Esta tiene extrañas connotaciones. Y creo que es una oportunidad de oro para despertar. ¿Qué humanidad queremos construir? ¿Cuál es la “nueva normalidad” que queremos?
O… ¿Una vez más vamos a dejar que unos pocos manejen nuestro destino a su antojo egoísta, perverso y sin sentido? No hacer nada también es ser cómplice.
Sé que no es fácil romper con tantos años de sistema caduco que permite que sucedan estas circunstancias. Sin embargo esta pandemia tiene un sentido para mí. Es elegir a quién quiero alimentar: al Miedo o al Amor. No puedo hacer otra cosa. No puedo decidir por todas las personas. Solo puedo decidir por mí misma y esa es mi responsabilidad ante esta realidad. Me encantaría que haya paz en el mundo, pero yo sola no tengo forma de lograr ese cometido. Solo puedo aspirar a tener paz en mí misma y en mi entorno más cercano como mucho. Estoy capacitada para hacerlo.
Esto es lo que propongo: elige qué emoción quieres alimentar. Hazte responsable de la elección y de todas sus consecuencias. Si eliges el miedo pregúntale qué mensaje tiene el miedo para ti. Sopesa el tamaño de la amenaza y fíjate si cuentas con los recursos necesarios para afrontarla. Si la amenaza es más grande que tus recursos, estarás en un dilema, tu respuesta podrá ser la huida, la parálisis o puedes pedir ayuda. Si la amenaza es menor, entonces tu miedo no tiene sentido. Pregúntale para qué está en ti. Préstale atención a tu emoción. Puedes encontrar mucha información de tu aspecto miedo. Y tal vez descubras que eres más fuerte de lo que pensabas. Si es así, será más fácil elegir el Amor.
Cuidado, no estoy hablando de el amor de pareja, de hijo, de madre… Estoy hablando del AMOR, todo con mayúsculas. Esa energía que eleva tu vibración hacia un nivel que nada puede afectarte y no pueden co-existir el miedo y el amor. Empieza con amarte a ti. Amar la realidad. Amar es aceptar lo que está pasando. No es lo mismo que resignación. Es entender que de cada situación puedo extraer un aprendizaje. Que esta pandemia es una oportunidad más para que toda la humanidad despierte al amor más grande, más extenso y más sagrado. Tiene un propósito.
Y una vez que he aprendido de ella, ya no la necesito más en mi vida. Ya saqué todo lo que necesitaba de ella. Y agradezco su existencia. Yo no soy responsable del aprendizaje de todas las personas. Soy responsable del mío propio y tú del tuyo.
Elijo alimentar el Amor.